La aceituna es el fruto del olivo, árbol tan longevo como ponderado. Ya en la Biblia se estiman las virtudes de este árbol, cuyos orígenes datan de la Grecia antigua. De poca altura, tronco grueso y retorcido, su cultivo se ha extendido considerablemente en nuestro país, fundamentalmente en Baja California.
Existen dos tipos de aceitunas: las verdes o secas y las negras o maduras, cada una de ellas con sus propiedades particulares.
Las aceitunas maduras son ricas engrasa, explica Carlos Merino, en su libro Cúrese con el Naturismo, que las aceitunas maduras constituyen un muy buen alimentos para la época invernal. Las verdes, en cambio, al tener cantidad de grasas, poseen un valor nutritivo inferior.
Otra ventaja de las aceitunas maduras, radica en que su digestión es más fácil, pues los jugos digestivos actúan sobre ellas con eficacia, cosa que no sucede en el caso de las verdes, sobre todo cuando se ingiere una cantidad excesiva.
Pero cualquiera que sea el tipo de aceitunas, recomienda Merino en su texto, de Merino, que debe tenerse en cuenta que no es recomendable comerlas en abundancia, y que además, debe cuidarse de masticarlas muy bien, a fin de evitar molestias gástricas.
Algunos especialistas, recomiendan consumir aceitunas, la que la ingesta de ácidos grasos monoinsaturados provenientes de esta fruta puedes proteger al cerebro del deterioro cognitivo, relacionado con el envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer.
Tomadas en cantidades prudentes, estimulan el apetito, además de fortificar el estómago, al disolver las viscosidades adheridas en sus paredes y absorber la humedad excesiva.
De las aceitunas se extrae el aceite de oliva, de múltiples propiedades y usos. En efecto, aparte de resultar uno de los mejores aceites comestibles (sobre todo el extraído de las aceitunas negras) significa un laxante suave y eficaz, ayudando además a la disolución de los cálculos en los riñones y el hígado.
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